En un pueblo en el Norte de Inglaterra sus habitantes se están marchando. Ya no hay trabajo y sí muchas casas libres. Viviendas que se aprovechan para los refugiados llegados de Siria. Lo cual no estará exento de voces críticas...
Ken Loach construye un relato sobre relaciones y empatía que va directo al corazón. Muestra lo mejor y lo peor de la sociedad y deja al espectador que decida dónde estar. ¿Qué es más bonito y gratificante?
Una película que habla de la solidaridad y de ser buenos vecinos. Y realmente esto no es utopía, se cumple muchas veces. El viejo roble nos lo recuerda en cada fotograma. Nos sentiremos mucho mejor, como vemos que se sienten estos personajes de la película.
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