Cuando Andrés inventa el asesinato del que supuestamente es el amante de su mujer y en el mismo día olvida que ha conseguido un contrato millonario para su editorial, decide llamar a su médico de siempre, algo no va bien en su cerebro.
¿Qué harías si descubrieras que tu propio cerebro está confabulando contra ti? Que inventa situaciones, sensaciones, para rellenar espacios en blancos. Y que desde el momento en el que eres consciente de esa confabulación ya no podrás estar seguro de que lo que recuerdas haya pasado de verdad. ¿Qué harías?
En esta situación se encontrará el protagonista de esta novela que parte de una noticia real, un tipo que tenía recuerdos de cosas que no había vivido.
Me gusta leer a Carlos del Amor. Su escritura es fácil, rápidamente conectas y ya solo tienes que dejarte llevar. Las palabras se suceden de forma sosegada, sin artificios. Consigue que no levantes la cabeza de las páginas y sus personajes dejan poso porque plantean situaciones con las que conectas. Te preguntas qué haría yo si fuera, en este caso, Andrés.
Nunca me había planteado qué pasaría si algo no funcionara en mis recuerdos, si no los tuviera o si como otro personaje de la novela fuera capaz de recordar todo, no tener capacidad de olvido. Quizá puedas pensar, qué bien, recordarlo todo, pero claro, qué pasa con esas malas vivencias que con el tiempo vamos olvidando, qué pasa si no puedes olvidarlas. O si te levantas por la mañana y cada mañana es un nuevo nacer, sin recuerdos.
Los recuerdos son importantes, también lo que olvidamos, somos recuerdos y olvidos, para nosotros y para los demás.
¿Harías como Andrés? ¿Qué harías tú?
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