Ana Martí ahora trabaja para El Caso. Su jefe, Enrique Rubio, quiere que vaya a un pueblo perdido del Maestrazgo para cubrir lo que allí está pasando: una niña tiene en sus manos y pies los estigmas de la Pasión de Jesús. Ana tendrá que lidiar con el frío, los habitantes del pueblo y el hecho de que es forastera. No lo tendrá nada fácil... ¿Será verdad lo que dicen de Isabel? ¿Es una Santa?
El gran frío es el segundo caso en el que acompañamos a Ana Martí. Ya conocemos a Ana y sabemos que es concienzuda en sus investigaciones. Eso teniendo en cuenta que la época que le ha tocado vivir no se lo pone fácil a las mujeres, que trabajen y que además ejerzan la profesión de periodistas.
Me gusta el personaje de Ana porque poco a poco y siempre con mucho respeto y calma, y adaptándose a las circunstancias, consigue resolver los casos. Me gusta su inteligencia y su serenidad.
En esta ocasión el pueblo de Las Torres no se lo va a poner nada fácil. El cacique, el alcalde, el cura, ... todos parecen saber más sobre Isabelita y sus estigmas. Pero todos callan. También las gentes del pueblo la mirarán con recelo. Es la forastera que viene de la capital. Y además, ¿qué hace allí? ¿Acaso quiere quitarles a su Santa?
Solo, Aurelia, la dueña de la fonda en la que se hospeda Ana, parece tenerla alguna simpatía. Aunque siempre bajo una capa de negrura que sobrevuela a Aurelia. ¿Qué pasó con su hija, Pili?
Muchos secretos en Las Torres que Ana tendrá que ir poco a poco descubriendo, desentramando y al mismo tiempo ser cautelosa, ya que allí no puede contar con casi nadie.
He disfrutado mucho con la novela y con Ana. También con la historia, transportándonos a una España profunda, en la que el tiempo, los hechos, las creencias parecen muy lejanas, pero no ha pasado tanto tiempo... Da para reflexionar...
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