Rachel coge todos los días el mismo tren. Por las mañanas para ir a Londres y por las tardes de regreso a casa. El tren se para siempre en un semáforo y Rachel aprovecha en esos segundos para observar a una pareja que desayunan, hablan o descansan en la terraza. Rachel siente que les conoce por eso el día que su Jess desaparece siente que tiene que hacer algo, sobre todo porque la última vez que vio a Jess no estaba en los brazos de Jason, sino en los brazos de otro...
Creía que me iba a gustar bastante más y es que la publicidad que se le ha dado, en mi caso, ha sido contraproducente. Las expectativas estaba altas.
La historia es sencilla y ya utilizada. Rachel ha visto algo importante y que tiene relación con un asesinato. Pero su testimonio no es tenido en cuenta ya que Rachel es inestable y últimamente está más tiempo borracha que sobria. También vamos descubriendo lo que ha pasado y va pasando de la mano de Megan, la víctima, y de Anna, la nueva mujer del exmarido de Rachel.
Los personajes me han parecido bastante infantiles y simples. Con lo que la historia se alargaba, alargaba sin mucho interés. Ya estabas deseando llegar al desenlace, que al final, acabas adivinando.
Con todo esto no quiero decir que el libro esté mal, sino que las expectativas creadas con esta novela no se corresponden con lo que luego es. Engancha, al principio, pero pierde fuerza en cuanto los personajes están claros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No seas anónimo. Identifícate siempre. Queremos saber quién eres. Los comentarios anónimos podrán ser borrados. Muchas gracias.