Coco

Cristina Sánchez-Andrade nos acerca a una Coco lejos de los focos, luces, vestidos, trajes y bolsos, de ese alo glamouroso y fashion que siempre rodeó a La Flaca.

Coco nunca alcanzó su satisfacción personal. Su origen pobre y humilde y el recuerdo de una madre que solo paría, sin ser mujer, la marcó para siempre. Nunca quiso hablar de su familia, de su pasado,..., se lo inventaba. Su única lazo con él fue su hermana Antoniette, a la intentaba entender sin conseguirlo: Antoniette quería ser esposa y madre.

Su refugio fue su trabajo que convirtió en una obsesión. Los que trabajaron con ella vivieron tiranizados por los caprichos de Coco, extravagancias, cambios de humor,... Nunca llegó a tener verdaderos amigos. Nunca llegó a amar. Sus amantes iban y venían: duques, actores, pintores,...

Coco es el ejemplo de mujer hecha así misma. Huyendo de la miseria y la mediocridad, se labró una vida de notoriedad que nunca acabó de llenarla. No se le puede negar su esfuerzo, su dedicación al trabajo, lo pasaba mal durante los fines de semana en los que no podía ir al taller, su lucha hasta al final, tirada por el suelo con los setenta ya cumplidos, cogiendo bajos y pinchándose con los alfileres en unas manos enfermas de artrosis.

Su visión de la moda fue particular y diferente. La moda está en el aire, la trae el viento, se presiente, se respira, está en el cielo y el asfalto. La moda es un estado de ánimo.

Murió sola y rodeada de fantasmas.