El consuelo

Charles está próximo a los 50. Es arquitecto de renombre; su mujer es guapa e inteligente; su hijastra, Mathilde, le quiere a pesar de no demostrárselo lo suficiente, está en una edad difícil. Pero la vida de Charles está vacía, sin sentido, sin rumbo. Trabaja mucho, viaja mucho, no ve a su familia, no hay contacto, no hay sentimientos, no hay calor. Una carta va a traer del pasado a Anouk, una antigua amiga, un antiguo amor. Y a pesar de que las noticias de la carta no son buenas, para Charles van a significar el encontrarse así mismo, el aprender de nuevo lo que es la vida, lo que es volver a sentir el contacto con los demás, sentirse vivo por dentro y ofrecérselo a los que quieres.

El consuelo es de esos libros que te va gustando más a medida que vas avanzando en sus páginas. Quizá vas despertando con el propio personaje a la luz y a la vida. El comienzo es complicado, gris, tortuoso, tanto para Charles como para el lector. Anna Gavalda no nos lo pone fácil.

Y cuando casi estás a punto de tirar la toalla, Charles empieza a encontrar el camino y lo mismo le pasa al lector. Las palabras, las frases, van teniendo sentido. Empiezas a coger cariño al personaje, a lo que lees.

Es un verdadero camino de aprendizaje y de ruptura. Una lección de vida para que despertemos a la misma.