XXII edición de los Premios Goya

Este año no pude prepararme tranquilamente frente al televisor como hice el anterior, con los 5 sentidos listos para estar atenta a todos los entresijos de una nueva ceremonia de entrega de los Premios Goya.

Dos cosas me quedaron claras: ole, ole y ole por La soledad y suspenso para Corbacho.

¿Las gracias de Corbacho son propias o se las hacen?

• No me gustó que se aliviara cuando Alfredo Landa no subió a recoger el premio a la mejor interpretación protagonista, porque de lo contrario habrían tenido que pedir a la 3ª edición del telediario un retraso. ¿Los anuncios no cuentan, no?
• Tampoco me gustó que se acercara a Belén Rueda, micrófono en mano, para que no se quedara con las ganas y pudiera dedicar el Goya que no había ganado, pero como si lo hubiera hecho. ¿Esto es gracioso?
• Ni que regalara un pequeño Goya a Roger Príncep, recordando que era el que le habían regalado a él. Si se lo das, se lo das, no te hagas la víctima.
• No vi el beso a Elsa Pataky, pero seguro que no venía a cuento.
• Cuando fue a buscar a Santiago Segura para que presentara el Goya a la mejor dirección novel, qué casualidad que se equivocara de puerta y abriera la de las chicas rubias alemanas o suecas. Máxime cuando en la puerta de al lado había un cartel que ponía: directores noveles. En fin, siempre pensando en lo mismo.
• Su forma de matar la gala a balazo limpio, ..., mal gusto nuevamente. No sabemos cómo terminar de una forma digna.
• Cierto que el antes de la era Corbacho fue peor, pero no por ello debemos relajarnos y pensar, hasta aquí hemos llegado. Mejor imposible.

Sigo reflexionando:

• ¿Por qué la gala se emitió con más de media hora de retraso? ¡Ah! Claro, para poder saturarnos de publicidad. Y para restar emoción a la gala. A las 23:53 ya sabíamos quién se había llevado el premio a la mejor película. En la tele no se supo hasta casi las 01:00...
• ¿Por qué los premios a los mejores cortos, de animación, documental y ficción, no pueden darse de uno en uno? Como son cortos, hay que hacerlos ... ¿más cortos?
• ¿Por qué los presentadores según llegaban a la mesa para presentar el premio se abalanzaban sobre el micrófono? Esas palabras de buenas noches siempre retumbando.
• Puedo imaginar que es emocionante subir a recoger un Goya, pero, de verdad que es mejor traer algo pensado de casa. Un poquito. Y si vas a empezar a recitar nombres, al menos, di quiénes son para que todos sepamos a quién quieres dedicar el premio: mi asistenta que se llama María, mi amiga Carla, mi amigo Luis, mi churri como dijo Félix Viscarret. Me quedo con Alberto San Juan y su deseo para la disolución definitiva de esa cosa que se llama Conferencia Episcopal. Un buen viral.
• Los siempre incómodos silencios mientras el premiado llega al escenario.
• El horrible vestuario de Corbacho.
• ¿A qué venía la presentación de las películas según Corbacho? Me parecieron de muy mal gusto, sobre todo en el caso de Las 13 rosas y La soledad.

Las que más me gustaron:

• Maribel Verdú y su Alberta Ferreti.
• Belén Rueda de Carolina Herrera.
• Goya Toledo de Elie Saab.

No me gustó:

• El resultado de los vestidos color maquillaje de Sílvia Abascal y Elsa Pataky. Ese color no favorece. Con todo, el de Sílvia me pareció fantástico.

• Tampoco Najwa Nimri, siempre buscando esa provocación... cutre.
  
• Mónica Cruz iba con demasiado vuelo en la falda y demasiado morena al lado de Bárbara Lennie; deberían haberse puesto de acuerdo.
• El rojo de Natalia Verbeke, tan ajustado, no la favorecía.
• Enma Suárez tampoco eligió bien su vestido, el resultado era soso.

Una ceremonia que no ha dejado huella en mi retina y que recordaré porque el Goya a la mejor película resultó ser para La soledad. Una película que no tiene el record ni en copias ni en recaudación. Un premio a una película de bajo presupuesto que cuenta una historia de esas que merecen la pena.

Y porque Verónica Sánchez eligió a Dolores Promesas para desfilar por la ¿distinta? alfombra verde.